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Desde la historia encontramos lo importante que es vivir en una relación directa con Dios.
En la transmisión escrita de la voluntad de Dios es donde se enfatiza este aspecto, abriendo una dinámica nueva a la perspectiva siempre estimulante de buscar un vínculo de amistad con el Creador.
Por otro lado, desde el principio el hombre ha vivido en sociedad, y la más cercana, interesante, compleja y conocida relación es la FAMILIA.
Hombres y mujeres, jóvenes, ancianos, niños, todos sin excepción necesariamente tenemos un vínculo familiar, aunque algunas veces no responda a los patrones convencionales.
El tener ese alto llamado a vivir en comunión con Dios y el ser parte de una familia nos hace preguntar:
¿Podemos vivir en comunión con Dios en los límites de una familia?
¿Integramos nuestra vida de relación familiar a la vida vincular con Dios de la manera que lo hacemos individualmente?

Una falencia bastante común en nuestra sociedad cristiana es no lograr con la misma profundidad alcanzar una dinámica de relación, comunión y servicio incluyendo a la familia como lo podemos hacer en forma personal.
El entorno familiar es uno de los más favorables, positivos y propios para cumplir con el diseño de Dios de ser sal y luz en este mundo.
Pensar en términos de «misión» y de esta en el contexto familiar es un deber que como cristianos tenemos en este tiempo en que los cristianos son llamados a impactar el mundo con un mensaje vivo y eficaz.
Hacer un análisis sereno y detenido, trabajar desde el interior de la familiar, buscar los abundantes ejemplos bíblicos que nos dan enseñanzas de QUE HACER en el camino hacia un compromiso que integre a cada miembro de la familia se constituye en un aspecto de análisis de palpitante actualidad para cada uno de nosotros.
Es cierto que la bibliografía es mas abundante en cuanto al relacionarnos como familia (pareja, padres,, hijos, etc.) pero mucho mas escasa si la buscamos en relación con la familia integrada al plan de Dios. Esto no debe limitar nuestro interés para encontrar modelos, maneras y líneas de acción que nos permitan llegar a estar INTEGRADOS FAMILIARMENTE en la MISIÓN de DIOS.
Impactar con el evangelio afuera, pero no poder hacerlo desde y con nuestro entorno más próximo e íntimo es perder una de las grandes oportunidades otorgadas por Dios a los seres humanos.

Pensemos:
¿NUESTRA FAMILIA ESTÁ -COMO UN CONJUNTO- TENIENDO UN MISMO SENTIR, UN MISMO DESEO, UNA MISMA VOCACIÓN ESPIRITUAL???

David Cot
Asesor Familiar

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