Tips del cielo para afirmar el corazón de nuestros hijos…
“Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.” Marcos 10.16
La bendición estaba allí y era real por Su misma presencia, no necesitaba de ninguna acción ni de ningún gesto. Su mirada, Su voz, Sus palabras eran más que suficientes… ¿Por qué entonces tomarlos en Sus brazos? ¿Por qué tocar la cabecita de esos niños?
Porque la bendición de Dios es real y concreta de acuerdo a nuestra necesidad (Fil. 4.19). El Creador de nuestras vidas conoce en profundidad lo que para nosotros es indispensable para vivir. Jesús sabía que los niños necesitaban más que palabras, más que una sonrisa, más que una promesa o una enseñanza.
La confianza, la aceptación, el sentido de ser valiosos, únicos, amados, requiere acciones concretas, requiere conductas que sobrepasen ampliamente las palabras e intenciones. La niñez es el momento crucial para el desarrollo de una autoestima sana, así como de una modalidad de establecer relaciones seguras, constructivas, en las que haya un intercambio enriquecedor de afecto y respeto. Esta modalidad de vincularse, que se establece fuertemente de los 0 a 3 años de edad[i], acompañará a la persona durante toda su vida. Vale la pena invertir en su construcción con la mayor diligencia posible.
Estas cualidades y necesidades básicas que favorecen el desarrollo pleno de la identidad, existen primordialmente a través del afecto expresado de la forma más contundente, genuina, pura. Jesús conocía el idioma del afecto. Jesús conocía el idioma del corazón de los niños. Por eso, tomó a los niños en Sus brazos, porque de esa manera ellos podrían recibir el mensaje de amor y de aceptación; porque de esa manera se neutralizaba el mensaje repetido de desvalorización y rechazo. No alcanzaba con la orden de no apartarlos y con declarar sus derechos (“dejen a los niños venir a mi…porque de ellos es el Reino de los Cielos…” Marcos 10.14). Eso era una pauta de conducta establecida para los adultos. Los niños podían llegar a decodificar el mensaje de otra manera; los niños necesitaban estar en Sus brazos…. Este es el mismo lenguaje del corazón de nuestros hijos; de cada uno.
¿Quiere afirmar el corazón de su hijo o hija? ¿Espera revertir el efecto negativo del rechazo y descuido social hacia la niñez? ¿Desea que ellos experimenten la bendición de Dios? Abrácelos. Los expertos dicen que necesitamos cada día: 4 abrazos para sobrevivir, 8 abrazos para conservarnos bien, y 12 abrazos para crecer[ii]. En su abrazo como papá, como mamá, sus hijos e hijas escucharán mucho más fuerte sus palabras de amor, aceptación, y sentirán más firmemente la seguridad necesaria para crecer como personas únicas, especiales, merecedoras de bendición. Abrácelos, y en el abrazo de su niño o niña, de su hijo o hija, “escuchará” también una respuesta maravillosa de amor.
Lic. Marcela A. Rivero
Psicologa – Psicopedagoga
Docente Universitaria
Profesional del CFL Centro Familiar Litoral, asociado a Eirene Argentina