Escuela para Padres de EIRENE Argentina.
La adolescencia es una etapa donde buscan construir su propia identidad, quieren ser ellos mismos, no el hijo de… o la hija de… Se vuelven menos cariñosos y propensos al contacto físico con los padres, sobre todo se distancian ideológica, emocional e intelectualmente. Es aquí donde deciden si este modo de vida que le hemos presentado es el que quieren para su vida, cuestionan la fe y evalúan si la incorporarán a su nueva identidad.
En este proceso los PADRES… son duramente evaluados: ven todo en blanco y negro, no existen los grises para los adolescentes.
Ante la gran confusión que sienten por los cambios dramáticos que tienen que afrontar (cambia su cuerpo y sus sensaciones, cambia el rol que tuvieron hasta ahora, dejando de ser niños). Esto también produce un gran embate para los padres que sienten que sus hijos crecieron más rápido de lo que ellos esperaban y se encuentran poniendo las mismas reglas que les daban hasta ahora pero que ya no les sirven.
Cuando existe un adolescente en la familia toda la familia se adolentiza, entrando en crisis, nada puede ser igual a cómo era, se produce en todos un cambio.
Actualmente los modelos a seguir son cubiertos principalmente por los amigos y los medios de comunicación, por eso se hace tan necesario que tengan buenos modelos en las iglesia, en las instituciones. Personas que integren la fe en la vida cotidiana. Auténtica interpretación cristiana del mundo y de la vida. Los adolescentes siguen necesitando personas a quien adherirse por un tiempo, si no lo encuentran adentro seguramente lo buscaran afuera.
La mejor prevención que como familia podemos hacer es satisfacer las necesidades emocionales, escucharlos, saber por donde andan, contenerlos.
Es una etapa que requiere sobre todo de mucha paciencia, ya que están constantemente probando el límite, porque necesitan practicar ser individuos.
Si se les da solo derechos y privilegios no aprenden a tener obligaciones,
Solo restricciones y obligaciones se resienten, pierden la capacidad
para disfrutar y la posibilidad de
construir su propia identidad.
Ahora, se buscan padres que puedan hacerse cargo de ellos, tienen la necesidad de confrontar y ser sostenidos en sus crisis. Cada cual necesita saber donde se encuentra en relación al otro con respeto, ser sinceros y reales en los límites, decir no y saber sostenerlo.
Es una etapa donde los valores cristianos los van a recibir si somos portadores de esos valores que deseamos transmitir. Necesitan saber que Jesús es una realidad en sus vidas, su amigo, guía y compañero.
Cuando hablamos de adolescencia surgen muchas ideas… Ahora, ¿qué es lo que ellos piensan sobre este período?
Escuchémoslos…
Un adolescente de octavo año de EGB, 13 años:
«Adolescencia, qué palabra compleja, difícil, que asusta. Todas cosas nuevas amenazando, un mundo lleno de sorpresas, sin experiencia, recién a estrenar y sin significado. Amores, amistades, peleas y la vida. Historia sin origen y sin historia que arrasarán con sentimientos y opiniones en las cuales el corazón y el pensamiento no llevarán el mismo camino. Cosas que no vamos a entender y otras que ni siquiera vamos a conocer. La lucha por el quedar bien, la buena apariencia y sobretodo por quedar con un papel interesante. Estas cosas que nos llevan a hacer estas cosas y quizás cosas que ni siquiera sabemos lo que quieren decir, o lo que realmente significan. Pero igual a pesar de todo la mejor edad, donde se encuentran las verdaderas amistades y donde se forman los verdaderos recuerdos»
Silvia de 19 años egresada del secundario:
«Yo dividiría la adolescencia en tres etapas: de 12 a 14 donde cambiamos el cuerpo y la personalidad, añoramos ser grandes, dejar atrás nuestra niñez, discutimos con nuestros padres cuando nos tratan como niños. Ellos no entienden que queremos crecer. De 14 a 18. Esta es la más difícil. Se agrandan las discusiones. Nuestro estado anímico es cada vez peor. Nos peleamos con el primero que se nos cruce al despertarnos a la mañana. Pensamos que todo va de mal en peor, que nada nos sale bien. Creemos que nos las sabemos todas lo que no sabemos es lo mucho que nos falta por aprender. De 18 en adelante. Es cuando uno sienta cabeza tenés que dejar atrás lo rebelde e ir a buscar lo seguro. Buscás la manera de independizarse. En la adolescencia vienen las primeras madrugadas, las primeras discusiones por las llegadas tardes, los líos en el colegio, la incomprensión de los padres. Comienza la locura por la primer moto. Los mayores no comprenden y nos consideran locos y nos critican la ropa, también la forma de hablar y nos dicen cosas espantosas sobre cómo bailamos. Nos ocurre de todo: desengaños frustraciones, alegrías sueños, sonrisas, llantos y amor. Tenemos que vencer la incomprensión ya que se olvidan que ellos fueron adolescentes. Uno deja de ser niño para convertirse en una persona independiente. Es un salto grande que hay que tomar pero es inevitable. Pero es la etapa más linda de la vida.»
El contexto social en que se hallan insertos, está caracterizado por un consumismo que provoca la supuesta «necesidad» de tener: esta marca de ropa o zapatillas, tal celular, MP3, MP4 y todo lo que en materia de tecnología deseen inventar, marcando de manera acentuada las diferencias sociales, sos lo que tenés. Se produce un achicamiento de los tiempos de la infancia, cada vez se ve en edades más tempranas el inicio de la pubertad, acompañado de un desarrollo corporal acelerado.
Las propuestas de tiempo libre también han variado: matiné, ciber, chateo, etc. Existe un mayor reclamo de independencia, ya que la variedad de modelos familiares, instaura diferencias en las maneras de otorgar ciertas libertades. Por supuesto es el tiempo de la lucha respecto de los horarios.
La computadora ha pasado ha ser otro gran tema, como usarla, a que sitios entrás, o se le ha otorgado el papel de «acompañante» que puede ser bastante peligrosa sin una mirada crítica y consciente.
En estos tiempos pareciera que a la familia le es difícil poder hacer algunas cuestiones que son de vital importancia en la vida de los adolescentes y quizás por las demandas, la vida agitada, el cansancio, el correr sin llegar en definitiva a ningún destino claro, han quedado en el camino pero que debemos recuperar: Compartir aunque sea una comida juntos, en esta corrida de horarios nos hemos olvidado lo importante de compartir este momento donde se produce el encuentro, sin que la tele se convierta en un comensal mas de la mesa, nos actualizamos de lo que nos pasa , lo que vivimos a diario. Conocer los amigos de nuestros hijos, es importante que se valore el espacio que demos les demos, abrir nuestras casas, nos va a dar la oportunidad de acercarnos a su mundo, conocer de sus costumbres, hasta su lenguaje, lo que valoran; en definitiva, no perdernos la oportunidad de acompañarlos en esta etapa, por supuesto que exige de nuestro sacrificio, nuestro tiempo.
Valorar sus cualidades, en los límites, no nos olvidemos también definirlos por lo positivo, es la mejor nutrición a su yo que podemos hacer, si siempre nuestra mirada será negativa, finalmente responderán a esas expectativas que tanto temíamos, la valoración enriquece, estimula, fortalece el crecimiento. Genera cuidado de si mismos que es uno de los objetivos que tendríamos que lograr, un adolescente que se quiere no se va a exponer a peligros, porque se quiere. Está ocurriendo de muchas adolescentes que en búsqueda de afecto caen en trampas de relaciones que solo le provocan mayor dolor, hasta llegar a situaciones de vida muy traumáticas, quizás por pensar que ya a esta edad se podían manejar solas y no necesitaban del apoyo y estímulo que solo la familia puede brindar.
No minimizar sus problemas, ellos sienten que por momentos su mundo parece derrumbarse, visto desde una perspectiva adulta, muchas veces nos olvidamos de lo que sentíamos y sin desearlo no damos la importancia que para ellos tiene en ese instante la situación, aunque parezca pequeña, tenemos que escucharlos, contenerlos. Muchos adolescentes han dejado de ser sostenidos, «estás grande». Me impactó un documental que pasaron por un noticiero, de unos adolescentes de Jujuy preparado para la Unesco, durante sólo un minuto, debían mostrar la realidad adolescente. En el video sin mediar palabras, se veía: primero un bebé que está aprendiendo a caminar, cuando cae una mano lo levanta; continúa otra imagen de un niño corriendo, se cae aparece una persona que lo ayuda; finalmente, un grupo de adolescentes se encontraban «colgados» de una montaña, tratando de no caerse y luchando entre ellos para ver quien se salvaba y no había nadie del otro lado que los sostuviera, estaban solos. Que descriptivo de lo que viven muchos adolescentes hoy.
Compararlos duele, son únicos, lo único que produce es la sensación que no logran ser lo que se espera de ellos, su autoestima se deteriora. Muchas veces se utiliza este recurso pensando que va a motivar un progreso o cambio favorable, pero en realidad sólo termina paralizando o generando actitudes contrarias.
Uno de los límites que es necesario comenzar a instaurar es el uso adecuado de la computadora. Muchos adolescentes cuentan que se duermen en clase por estar chateando en horas de la madrugada, desmejorando sus calificaciones; otros empiezan a realizar conductas que de otra manera no harían, como grabaciones eróticas de ellos que muestran a sus compañeros; en algunos casos la posibilidad de entrar en sitios porno imprimiendo en sus mentes ideas erróneas sobre la sexualidad; para los que se les dificulta comunicarse de manera directa, la utilizan para establecer relaciones interpersonales corriendo ciertos riezgos de caer en trampas que ponen personas que conocen cómo ir recabando datos, provocando verdaderos problemas. Entonces es hora de tomar determinaciones y que la computadora, que es un medio maravilloso de comunicación, siga siendo eso para ellos, por lo cual hay que cuidarlos, generando una conciencia crítica de su uso, poniéndola en lugares visibles de la casa y quitándola de sus habitaciones. No nos olvidemos que los límites son señales de amor. Todos sabemos que no es fácil esta determinación, pero hoy más que nunca se hace necesaria.
También es importante que los roles familiares estén bien definidos, la jerarquía familiar no se discute, es urgente que volvamos a darnos cuenta que los padres y los hijos no se encuentran en un mismo nivel, escuchar que se enojen y digan: «ustedes los adultos siempre creen que tienen la razón» que bueno sería que les estemos provocando este enojo!! , es preferible su recriminación y no que estén a la deriva porque tienen padres que no logran posicionarse como tales.
Somos espejos donde se miran, es importante reafirmarlos desde el lugar del amor y expresarle con nuestras palabras el afecto. En definitiva decirles que los amamos…
Si queremos en la puesta de límites cuidar su autoestima, Esly Carvallo diría que hay que «aguantarse las ganas de»:
• Amonestar
• Moralizar
• Imponer
• Dar soluciones
• Juzgar
• Avergonzar
• Exhortar
• Sermonear
• Dictar cátedra
• Culpar
• Predicar
• Espiritualizar
• Psicoanalizar
En esta etapa la comunicación será vital, ya que neutraliza la agresividad, fortaleciendo las relaciones, sintiéndose con libertad para hablar de conflictos, generando la sensación de ser comprendido, ayudando a tomar conciencia de la capacidad de resolver problemas, evitado la gestación de sentimientos negativos ( bronca, culpa, irritabilidad, agresividad).
También es importante aprender a expresar nuestras ideas, sentimientos, creencias ya que provoca un efecto positivo en los adolescentes.
Hablar en primera persona: «Yo creo», «Yo pienso». Preguntar lo que el otro entendió de lo que dije. Dar un mensaje en tiempo presente, ser simples a la hora de hablar, las autoexpresiones deben ser directas, honestas, con pocas palabras y sin amortiguaciones tales como: «Nunca te voy decir esto, porque no te va a gustar», seguramente ¡no le va a gustar!
Solicitar cambios desde una demanda constructiva, de manera directa, evitar hacerlo en momentos de enojo o extrema irritabilidad, escuchar el pedido, buscar la ocasión, no debe aparecer cómo sugerencia. No olvidemos que en los momentos de crisis, se acentúa la información negativa, por eso debemos ser descriptivos de la situación y no comenzar a utilizar un lenguaje acusador; acentuar lo positivo y si no lo hay, las demandas de cambios específicos. Recordemos que el feedback negativo mantiene relaciones estresantes, que no producen cambios. Al contrario lo detienen. A veces en la puesta de límites hay que respetar el tiempo del adolescente, cuando lo pide o lo necesita. El exceso produce confusión y mayor resistencia.
Myriam BIONDI es Lic. en Psicopedagogía, con Posgrado en PSICOPEDAGÍA CLÍNICA, ASESORA FAMILIAR, CONCURRENTE DEL HOSPITAL ZUBIZARRETA, TALLERISTA , DOCENTE, ORIENTADORA VOCACIONAL, PSICOPEDAGOGA DEL EQUIPO DE ORIENTACIÓN DE LA ESCUELA EVANGÉLICA BAUTISTA DE SAN JUSTO durante 17 años. REALIZA ATENCIÓN CLÍNICA en CONSULTORIO, LIDER de ADOLESCENTES y JOVENES durante 10 años.