«Lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió,
y se echó sobre su cuello, y le besó» (Lucas 15:20).
Para la formación del psiquismo humano, el afecto es una de las necesidades básicas a cubrir.
El afecto familiar es tan vital e indispensable que sin él, muchas personas se abandonan y se dejan morir. Se conoce como marasmo a la enfermedad que lleva a la muerte por falta de afecto.
En la parábola del hijo pródigo tenemos una buena demostración del valor del afecto familiar.
En primer lugar vemos el contacto físico significativo: el padre que abraza y besa a su hijo. Se dice que para sentirnos bien, necesitamos cuatro abrazos diarios y parece que este padre había entendido muy bien esa verdad.