Con esta frase alguien quiso sintetizar lo que las vacaciones muchas veces representan para la familia. La sola mención de la palabra «vacaciones», puede evocar en nosotros cosas tan disímiles como: encuentros, palmeras, descanso, aire libre, tiempo de ocio, ausencia de reloj despertador, encanto, placer… hasta discusiones, desencuentros, aburrimiento, tensiones…
¿Cómo es posible esta ambivalencia?
Varios factores concurren para ello:
1. No son las vacaciones en sí mismas las que pueden producir tales efectos, sino la «convivencia humana» en vacaciones. Más allá de las alternativas adversas que pudieran presentarse (mal tiempo, enfermedades, contratiempos con los autos, micros o aviones, y otros problemas diversos y concretos), lo que se pone en juego siempre es la trama de relaciones existente entre los participantes de las vacaciones. «Convivencia» nos habla de acuerdos y diferencias, de concordancias y conflictos, de proyectos comunes y de metas divergentes. Y las vacaciones no escapan a estas alternativas. Es más, pueden acentuarlas o agregar sus particularidades. ¿Por qué?
2. Las vacaciones, independientemente de que se viaje o no a algún destino
turístico, es un tiempo especial donde la rutina anual se interrumpe. Los chicos no van al colegio, los grandes no van a trabajar; en fin, las tareas habituales se dejan de lado y se abre un espacio distinto. Un espacio que puede ser cubierto constructivamente o, por el contrario, puede representar un vacío o abismo peligroso (no es casual que muchos estados depresivos y aun suicidios se produzcan los fines de semana o en tiempo de vacaciones; también que algunas crisis matrimoniales se profundicen). Este espacio diferente pone al descubierto, no pocas veces, las fisuras familiares que pueden estar tapadas por la rutina. Las costumbres, los horarios, las obligaciones, constituyen un eje organizador de nuestras tareas habituales; dan cierta seguridad. En vacaciones carecemos de ese eje y tenemos que armar otra organización que requiere nuevos acuerdos y pautas a seguir. La novedad puede ser estimulante o causar desconcierto, o ambas cosas a la vez. El resultado puede ser satisfacción para todos o aumento de tensiones y desencuentros.
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